miércoles, 11 de septiembre de 2013

A Relaxing cup!


Vaya semana pasada hemos tenido los madrileños, de un lado nos quitan sin ningún tipo de anestesia a Ozil y de otro el sueño de sede olímpica se desvanece en la ronda preliminar. Menos mal que los callos y el cocido madrileño no nos lo quita ni dios.

Pego un tiro al aire en forma de pregunta para tratar de explicar esta tercera posición.  

El Príncipe de Asturias Don Felipe, lava imagen de la corona y vende una España sofisticada y envuelta en la sábana olímpica, argumentando que él sabe lo especial que son unas olimpiadas, porque él mismo fue deportista olímpico. Me gustaría saber si le quitaran el tratamiento de alteza si hubiera sido igual de olímpico, pero bueno ese no es el debate.

Dentro de lo que cabe salvo algo los muebles, con soltura hizo un buen manejo de los idiomas que habla, españoles podemos estar contentos, nuestro dinero ha servido para algo.

El siguiente paso al batacazo olímpico es la intervención de nuestra alcaldesa,  Ana Botella. Cuyo inglés y pronunciación ha provocado grandes risotadas entre nosotros, cuando lo único que me provoca es absoluta preocupación de cómo esa figura nos representa. Pero claro es lo que tiene la democracia del dedo, señora Botella el traje rojo que se puso le vino muy grande, y no hace falta ser modisto para darse cuenta de ello, ni política ni culturalmente  llega usted a la solapa de nuestros competidores.

Pero señores ¿ qué esperamos? internacionalmente junto con Italia, Grecia y Portugal encabezamos la lista de la crisis. Aquel "Spain is different" is differente en que cada día hay más casos de corruptos entre nuestros políticos, is differente en que cogemos trincando a un tesorero y más menos nos da igual, son vacaciones y nosotros los españoles cerramos el chiringuito y nos vamos a la playa, embutidos con la suegra y la sombrilla. Is different si, es muy diferente comparado con el resto de la civilización europea.

Como española me decepciona nuestra imagen, que no se asemeja en nada a nuestras grandes figuras. Rafa, Gasol, Iniesta, Alonso, Mireia, Olazabal forman parte de nuestras felices tardes de domingo. Aquellas en las que otro Roland Garros viene para Manacor, España, aquellas en las que de un punta pie de uno de Albacete va y mete un gol y nos hace campeones del mundo a todos nosotros, los españoles. Por ellos me siento muy orgullosa y por todos siento mucha lástima de que por una vez no puedan jugar en casa.

lunes, 20 de mayo de 2013

Una niña de pan

Un murmullo recorre la sala, se acopla un micrófono.
Hola, mi nombre es Aissah y tengo 6 años, vivo en Qadas un pueblo de montaña situado en Palestina, al norte de la capital.
Soy la menor de 4 hermanos y vivo en una choza, hecha por mi padre.
La gente de mi pueblo vive del campo, los más afortunados también de sus animales. Yo como cualquier niño solo me dedico a jugar e ir a la escuela.
Les voy a presentar a alguien, es un hombre mayor, con fama de cascarrabias, pero lo único que es, es un hombre en paz. No muy alto y muy delgado, barba grisácea y de ojos verdes. Se llama Kaseem y es mi abuelo. Recuerdo sus manos, la aspereza y fortaleza de sus manos, hechas de trigo, grabadas a fuego propias de un superviviente.
Una noche, antes del alba un ruido me despertó, me asome a un pequeño agujero en la pared y vi a mi abuelo. Estaba haciendo una masa con harina, agua y sal, la arrullaba y la arrullaba y cuando tenía un poco de consistencia, las echaba al fuego, un fuego de brasas apunto de consumirse, pero suficiente para cocer una pan, redondo y con toda su miga.
Todas las noches hacia el mismo ritual de masas y trigo, a veces les echaba manteca y otras veces se quemaba limando la primera capa demasiado oscura por culpa del carbón. Pues bien, él no lo sabía, pero yo lo miraba en silencio desde aquel agujerito. No era gran cosa, pero a mí me parecía fascinante observarlo en mitad de la noche y como de una masa con agua, nos daba alimento.
Aquella noche parecía que todo sería igual, no había despertador ninguno, era innecesario a veces el ser humano es mejor que cualquiera máquina, de rodillas amasando, lo miraba esperando al siguiente paso cuando el metal chocó contra el suelo, una nube de polvo se levantó y comenzó el bombardeo. Asustada corrí hacia mi abuelo y el no dudo ni un segundo, parecía que sabía del desastre. Me agarró por lo hombros y me dijo “corre mi niña, corre hasta el monte que por la mañana iré yo a buscarte con el pan” me negué y rompí a llorar, lo mire y volvió a decirme “si mi niña corre hacia al monte que allí estaré contigo”.
Le hice caso y tan rápido me llevaron mis pies llegue al monte, amanecí encima de una piedra, grite y grite el nombre de mi abuelo, pero parecía estar sola allí. Baje al pueblo y lo único que quedo era muerte, mi pueblo había sido arrasado y yo era una pieza más de la injusticia a la
deriva. ¿Saben lo que me salvo? No había que comer, pero yo veía a mi abuelo, recordaba como revolvía y hacia pan y estuve 11 días hasta que me encontraron haciendo pan.
Una mujer rubia, occidental vestida de blanco y con una gran cruz roja en su espalda, me encontró, me dijo que iríamos de visitas a campamentos que allí estaría mi familia. Pero mi familia nunca estuvo allí, en esos pueblos movibles solo había gente como yo, mutilados o no, les faltaba más de la mitad de su vida. Habíamos sido perseguidos y arrasados por según unos, estar en territorio de otros. Han pasado 25 años de aquella historia, mi historia, la de la niña que sobrevivió comiendo pan, dio la vuelta al mundo. Pase años buscando a mi familia de campamento en campamento, siendo un número refugiándome en el Líbano y lo más cerca que estuve de encontrar a mi abuelo fue aquella mañana de bombas, en el monte.

viernes, 11 de enero de 2013

En tus pupilas.


Soy Martín y estoy sentado en el último escalón de mármol o el primero según se mire. A mis lados hay lindes de piedra, a la derecha una palmera, siempre hay una palmera y delante el horizonte se lo regalamos al mar.

Son dos horas más y la tarde cae,  llevo dos baldosas y media de sol ahora en sombra esperándote sentado. De pronto el aire se revuelve y al chocar con las esquinas parece que silban, me traen tus pasos y por un momento la tierra y el cielo dejan de girar para verte caminar. Ya estás en casa Mariola,  llegas a la última habitación e intuyes exactamente donde te aguardo, descocada en vaqueros corres y me abrazas la espalda. No digo nada pero me acabas de llenar el espacio, te sientas a mi lado y tratas de encenderte un cigarrillo de esos largos y delgados como tus manos. Sabes Mariola deseo hablarte pero en la intimidad de mi soledad, confieso que aún me pones tan nervioso que se me bloquea el espiritu. Me armo y te suelto “disculpe señorita, veo que no le funciona el encendedor, coja el mío” a lo que le sigues “cierto caballero espero que tenga más chispa que usted” siempre has sido tan descarada. Me resisto la sonrisa pero soy un varado a tus pies, te tiro el pitillo y te cojo de la mano “sin más,  ¿me concedería usted este baile?” no te doy tiempo ni a refunfuñar, y tiro hacia arriba de ti. Tienes esa cara de llamarme tonto, pero tu aunque calles, sé que adoras esos bailes de tus pies encima de los míos, mano con mano, arrojas tu cabeza en mi hombro, me estas oliendo, ya estoy menos nervioso y más enamorado. 1, 2 y 3 te agarro fuerte de las piernas y te doy una vuelta y otras más, a lo que me pellizcas gritando mi nombre.

Seguimos en la terraza pero ya en las escaleritas de la habitación, Mariola estas en frente mío, me atusas el pelo, te metes con mi camisa y me agarras por las orejas “cuando piensas cortarte ese pelo??”He estado infinidad de veces delante tuya, te dicho a diario lo bonita que estas, pero es que hoy creo que se me va a salir el amor del lado izquierdo del pecho sino te digo lo preciosa que eres, mi luciérnaga sigue brillándome más.